Noticias
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✪ 2/11/2015 ✪
Actualizado el avatar y la primera imagen de la firma de Bastet, ahora las dos imagenes tienen mejor calidad y el avatar es más grande. ¿Que esto no es una noticia realmente? Eeh... uh... bueno...
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Pop Star Times
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Nueva mascota que hace furor en otros planetas, ¡Ahora disponible en Pop'Star!
¡Así es! ¡Las nuevas criaturitas más tiernas de la galaxia ahora están disponibles en la Tiendita de Mascotas de los Horrores!
¿Curioso nombre no? Que no os engañe, este pequeñín no es un horror para nada. Un animalito de lo más mono y cariñoso, un energético compañero que alegra a tanto niños como ancianos.
Por ahora han tenido un especial impacto en los habitantes de la Isla del Helado, que adoran sus nuevas mascotas. ¡Pero no faltará mucho para que estén por todo Pop'Star!
¿Qué esperas para conseguirte el tuyo propio? ¡Al escribir esto tengo el mío dando vueltas en mi pierna y lamiendo mis pies, es tan juguetón! ¡Pasaos cuando queráis por la galería de los Edificios Mantequilla, y no se arrepentirán!
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Evento Actual
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Crucero Star Ship
¡Sean todos bienvenidos al Star Ship! Disfruta de un relajante viaje paradisíaco a bordo del más exótico crucero de Dreamland, a través de las hermosas aguas del Océano Naranja. ¡Dado que es la innauguración, las entradas cuestan la mitad de su precio normal!
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NPC del Mes
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-Drake-
¡El NPC del mes de Febrero de 2015 ya está aquí!
El General Drake de los Shadow Riders ha sido un misterio durante años. Generalmente pasivo, encerrado en su habitación de la base con sus propios asuntos, se ha vuelto más activo en los últimos tiempos.
Tomando una participación en la odisea en la Fábrica, dándole traumas a Luminary Knight que definitivamente aumentaron su carácter para ser Luminary Umbrae o incluso organizando su propia investigación oceánica con la ayuda de la mismísima Princesa del Mar, por "motivos académicos" y con un nombre falso...
Pocas veces se ha visto a este hombre actuar, y muy pocos saben qué se trae entre manos y cómo reacciona ante las diversas situaciones. Sin embargo ese misterio es el que nos mantiene aún interesados en este personaje y los secretos que puede guardar. Por el momento, le daremos este pequeño homenaje acompañándonos durante todo marzo. ¡Felicidades Drake! Y que lo que tengas en mente no acabe con demasiados muertos...
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Autor |
Mensaje |
Luminary Umbrae
Forjador de un camino propio
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Publicado: 05 Jun 2012 8:57 pm
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Mola, Mola, Mola, y mola.
Pero me mosquea, mosquea, mosquea, porque tengo que tocar hacer capitulo a mi. Aggg
Esta bien escrito, bien argumentado, bien todo, incluso la personalidad de los personajes no se trastoca, y mantiene ese toque de humor que faltaba.
Yo posiblemente lo narre todo en visión de Sir Saxofon, ya que si no, me quedaría una cosa demasiado rara.
Pero eso, Dey, mola. Mola un huevo. (?) _________________
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-Destreza: Mala / Normal
-Agilidad: Normal / Notable
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-Resistencia: Normal / Normal
-Carisma: Notable
-Sabiduría: Normal
-Espíritu: Excepcional
-Raciocinio: Pésimo |
·Debilidades Físicas: Golpes contundentes. Daños en las cicatrices. Campos electromagnéticos muy fuertes.
·Armas/Objetos:
-Balmung Ragnarok
-Cerberus Triduum
·Link a la Ficha: http://comandopopstar.foros.ws/t278/luminary-umbrae/
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Bombermans
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Publicado: 07 Jun 2012 9:36 pm
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Pues Dey, tengo que decirte que lo has hecho genial. A diferencia de Spark (ajajaja), tú has sabido captar la esencia que buscábamos del fic totalmente: con humor, pero con intrigas políticas y riqueza argumental.
Me han encantado los consejeros, especialmente que hayan dos, y que se peleen o piquen entre ellos (la discusión que iba disminuyendo de tamaño de letra XDDDD) encantado cómo has ido presentando a cada reino vecino de Valoria a través de los embajadores (si el reino de Valoria es como Francia, el reino de Elong es como Inglaterra E_E XD [y me mata lo de las modas horteras de Boresh. XDD]). Cada embajador y cada país vecino es único y diferente, has logrado una variedad y profundidad interesantísimas, y que podrían dar lugar a numerosas situaciones en el fic.
Un país dentro de otro país... Has establecido con cada país vecino intrigas políticas exteriores que podrían dar diversas y numerosas tramas con las que desarrollar el fic, y con la ciudad gólem dentro de la propia Valoria, has conseguido implicar el reinado aún más con ese 'país' en concreto. E_E
Solo tengo una pega: Se ha quedado corto, ¡muy corto! No sé cuántas páginas te habrá ocupado en Word, pero lo que es el capítulo, al tener tantas buenas descripciones sobre el mundo y los personajes, te acaba sabiendo a poco porque no pasa casi nada por el camino. _________________ PV: 160
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Debilidades Físicas: Las bombas en general, en especial las bombas de hielo/agua.
Arma u objeto: Sus bombas. Una charaball que contiene a Pommy, su charabom.
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Solo soy un idealista y soñador...
Ultima edición por Bombermans el 20 Oct 2012 7:00 pm; editado 2 veces
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Luminary Umbrae
Forjador de un camino propio
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Publicado: 07 Jun 2012 9:48 pm
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Capitulo 4: El Caballero Negro
Era normal que tras la muerte de alguien importante, tal como era el caso de la reina, todos los sirvientes de la misma llevaran alguna prenda de color negro para respetar el luto. Algunos lo hacían por plena admiración a su imagen y logros, mientras que otros, como era la mayoría, lo llevaban simplemente por no llamar la atención.
En el fondo daba igual lo buena que hubiera sido la Reina, seguía siendo eso, y todos aquellos hombres y mujeres que la servían a ella y a su marido, estaban atados a ese destino. ¿Como iban a sentir una pena real? En el fondo, les daba igual.
Sabiendo esto de antemano, no era muy sorprendente comprobar como a los dos días de su funeral, los sirvientes ya empezaran a retirar esos complementos, o simplemente, descuidarlos cada día mas.
Pero de todos los que aun seguían llevando algo negro, solo uno, lo hacia no por respeto a la reina, si no porque simplemente... Era su vestimenta habitual.
El Caballero Negro de Valoria, Sir Luminiere, Ex-General de los ejércitos del Rey y la Reina, y protector fiel de esta ultima.
En realidad su nombre real se desconocía. Fue encontrado de joven por los soldados de Valoria y llevado allí. Con el tiempo se convirtió en un Guerrero feroz y temible, lo cual fue reconocido por el Rey, convirtiéndole en una de sus principales espadas. En el momento que fue nombrado Caballero Negro, el Rey se caso, y se le asigno proteger a la Reina con su vida.
De eso hacían ya bastantes años, y ahora, con la muerte de Lady Laurentia estaba libre de obligaciones. ... O al menos, por ahora.
El Rey le había mandado a llamar. No le sorprendía. Si bien Luminiere había sido el protector de la Reina, jamás tuvo una relación amistosa con ella, es mas, en el fondo, era al que mas le daba igual su muerte.
En cambio, con el Rey, si que había congeniado bastantes veces. No podía llamar a su relación amistad, pero tampoco la típica de subordinado y señor... Era distinto, y ambos lo sabían. gays
Los pasos del Caballero resonaban por los pasillos como golpes de martillo.
Su armadura era imponente. Como ya era claro, totalmente negra, con algunos detalles blancos, junto con la bandera de Valoria gravada en su capa de tela plateada. De resto, solo se podía decir que ningún caballero del Reino podría pagarse jamás un conjunto como aquel. Los adornos, la precisión en el forjado... Le daban la imagen del Caballero perfecto, el típico de los cuentos.
Esto no era una coincidencia. Si bien estaba claro que los Caballeros Negros eran una figura respetable, el Rey, se había encargado de que lo fuesen aun mas. Fue él quien mando a hacer esa armadura y quien pago todo el precio de la misma.
Como no, Luminiere jamás se lo agradeció.
Aun era temprano, las seis de la tarde o así. Al parecer rato antes hubo una reunión importante con los embajadores de otros reinos. Posiblemente para intentar acaramelarse a la futura heredera. Se preguntaba porque entonces el Rey le había mandado a llamar ahora, y justamente a su habitación directamente. ¿Que se proponía ese hombre?
No tardo mucho mas en alcanzar la puerta a esa habitación, cerrada como de costumbre.
Ni siquiera se lo pensó, levanto el puño y golpeo la puerta con los nudillos, llamando. Lo hizo un total exacto de tres veces, siendo la ultima mas sonora que las dos anteriores.
...
...
...
''...'' Nadie contesto. Ni un solo sonido del interior. Pero aquello no le desalentó, es mas, le dio la respuesta que estaba buscando.
''Así que es algo serio.'' Murmuro para sus adentros, con una profunda voz metalizada por el casco.
Dio un par de pasos hacia atrás alejándose unos pocos metros.
Se llevo la mano hacia su espalda.
Agarro algo...
... Y en un solo tirón... Lo saco.
Un autentico saxo de color negro azabache, perfectamente afinado y diseñado para si mismo. Un instrumento digno del músico mas capaz, del saxofonista mas elegante, del único e inigualable... Sir Saxofón.
Con la mano que le sobraba se agarro el casco, quitándoselo de la forma mas brusca posible. Toda su melena rizada cayo hacia atrás, dejando al descubierto un rostro que si no era del todo atractivo, podía llamarse pasable. Como no, las típicas cicatrices de combate lo adornaban, como medallas en un chaleco.
No tardo en sujetar el instrumento con ambas manos, colocando sus dedos recubiertos en los botones adaptados, luego, se llevo la lengüeta a la boca, mordiéndola un poco, como siempre hacia... Y tras todo el proceso, soplo con fuerza.
En pocos segundos, aquel Caballero Negro, empezó a hacer sonar una pegadiza melodía que era fácil de aprender. Demasiado fácil. Casi era como una magia prohibida que invadía la cabeza haciéndote mover las caderas tal y como él lo hacia. De delante hacia atrás. Hacia los lados. Todo con una elasticidad y destreza dignas del mayor saxofonista.
La música inundo los pasillos del castillo, con el eco melodioso y celestial que hizo bailar automáticamente, como poseídos, a algunos de los pocos sirvientes que se hallaban próximos. Algo digno de ver, por cierto.
Aquel espectáculo duro aproximadamente cinco minutos, con algunos parones a causa del gasto de aire que Luminiere hacia.
Nada mas detenerse, los sirvientes se quedaron parados, confusos, y algo asustados, pero aun con el ritmo y emoción infundado dentro de ellos. Posiblemente en un rato se olvidarían de lo ocurrido, pues ese era uno de los efectos que tenia aquel peculiar... Saxofón mágico, o maldito, o lo que fuese.
Al Caballero Negro en el fondo no le importaba ni lo mas mínimo, tan solo esperaba que a su querido amigo le bastase eso como prueba.
Por fortuna, así fue.
Un pequeño click se oyó, anunciando que la puerta estaba abierta.
Luminiere separo el saxo de su boca, tosiendo un poco. Tanto tocar aquellas notas celestiales le agotaba. Se lo llevo a la espalda nuevamente, enganchándolo. La capa lo ocultaba a la vista, por lo que así no levantaba rumores innecesarios... aunque ya habían muchos. Luego, como era obvio, hecho a andar hacia delante, aun sin casco.
Aquella puerta en especial no tenia pomo, por lo que la empujo con toda la delicadeza que le quedaba... De una patada.
El interior de la habitación era oscuro. Solo una minúscula vela a punto de consumirse iluminaba algo. Y ese algo... Era al propio Rey, sentado en la cama, con un rostro poco visible pero que dejaba claro su estado actual.
''Perdón por mi entrada tan brusca, mi señor.'' Dijo Luminiere, entrando a paso lento, con un tono con gusto irónico. ''Pero, como usted comprenderá, me parece interesante que me halla mandado a llamar en una situación como esta.''
Aquel hombre, Rey de toda Valoria, temido y adorado por muchos, y cuyas riquezas abarcaban residencias enteras... Simplemente permaneció así, estático y frió, sin moverse si quiera, y con un rostro que le daba el aspecto de alguien treinta años mas viejo.
''... ¿No va a decir nada?'' Pregunto el Caballero, andando un par de pasos mas. Saxofón haría el atrevido acto de acercarse mas de lo debido, por lo que midió la distancia con cuidado.
''... Mi esposa a muerto, y mi hija me cuestiona. ¿Que quiere que diga?'' Acabo respondiendo el Rey, con tono amargado, desprovisto de toda ilusión.
Luminiere miro con unos ojos serios a su Rey, aunque enseguida se movió, dirigiendo su vista a cada extremo de la habitación. En ella solo había lo indispensable: La cama, un armario, una mesilla de noche, y una mesa con sus respectivas sillas. Y fue en ese ultimo sitio donde se fijo mas, pues sobre la mesa se encontraban dos pequeños sobres, perfectamente lisos y con un sello rojo puesto.
''... No me diga que me ha hecho llamar para esto...'' Murmuro el Caballero, acercándose a la mesa.
''El momento de cambiar poderes ha llegado... Y eso también te afecta a ti... Por mas que a mi me duela.''
Luminiere no pareció escuchar sus palabras, o al menos, simplemente, las ignoro, tan solo se centro en agarrar los dos sobres, acercándolos para mirarlos mejor. No solo el sello era rojo, era todo en si.
... La misma clase de sobres que contuvieron una vez su titulo como Protector.
''Ahora que la Reina ha muerto... ¿No debería pasar a ser SU protector, mi Rey?'' Pregunto, mirándole de nuevo, con ambos sobres a la vista.
''Ambos sabemos, Luminiere, que conmigo esto no tiene nada que ver ya... Arrastrarte junto a mi al abismo... No seria digno ni responsable de un buen rey. Solo puedo entregarte a ella, a mi heredera...'' Por primera vez el Rey levanto su vista. ''Tómalo como un acto de buena gana, por parte de tu señor.''
El Caballero Negro suspiro. Saco una de las sillas y se dejo caer sobre ella. ... El crujido de la madera le hizo a Luminiere darse cuenta del peso que tenia actualmente.
''... En cualquier caso, sabes lo que significa esto. Una vez que abra estos sobres, Lady Elodie será mi Señora. DEL TODO'' Enfatizo el Caballero, intentando acomodarse en la silla que no hacia nada mas que crujir. ''Si ella me ordena algo, lo haré por mi vida.''
El Rey trago saliva al oír esas palabras, y no porque fueran dichas por Luminiere, si no porque ya las había pensado él mismo rato antes... en el momento que Elodie le cuestiono su cargo como Reina.
''... Confió en ella y en su criterio para guiar el Reino.'' Contesto, aunque se notaba la duda en sus palabras.
''¡Oh! Por supuesto que si, mi señor.'' Y nada mas decir aquello, agarro el primero de los sobres con ambas manos, empezando a abrirlo.
El crujido de la silla, acompañado del que hacia el papel al ceder, fueron los únicos sonidos que se oyeron en la habitación, pues la respiración de los dos hombres era tan baja que era imposible de escucharse.
Una hoja de papel doblada, manchada de tinta y huellas, cayo a sus manos, una hoja que rápidamente desdoblo y estiro sobre la mesa. Ni siquiera tardo mucho mas en leer todo su contenido que no eran mas que un par de frases directas y concisas. ... Su anulación como Guardián de la Reina.
''... Ya me puedo imaginar que será el otro sobre.'' Murmuro Luminiere.
Normand Larielle volvió a tragar saliva. Él sabia que si se equivocaba, no solo fracasaría como padre, como rey... ... Si no que tendría a un Guerrero con sed de sangre descontrolado. ... Y ni siquiera podía pensar en 'Tenerle'. Directamente... Estaría fuera de sus manos.
Luminiere dejo aquella hoja sobre la mesa, agarrando el segundo sobre, y tal como hizo antes empezó a tirar del mismo, rasgándolo.
''Luego no me pidas explicaciones por mis actos, Normand. Tu eres el que ha elegido esto. Espero que sepas lo que haces.'' Termino diciendo, sacando el segundo papel con una tensión a su alrededor similar a las novelas de terror.
''... Pagare por mis actos si eso pasa. Lo prometo.'' Contesto el antiguo señor de Luminiere, manteniendo la poca fortaleza que le quedaba.
''Eso espero.''
La hoja de papel se elevo, quedando a la vista de los ojos del Caballero Negro... Y De nuevo, el puño y letra del Rey sello todo.
Cita: | Yo, Norman Larielle V, Señor de Valoria y de las Colonias del Este, y mi Esposa, Lady Loraniss Laurentia, declaramos oficialmente a Sir Luminiere, Guardián y Protector de la Futura Reina Lady Elodie.
...
Por extra, declaramos a Sir Luminiere, Escudo y Espada de Lady Elodie, para protegerla y luchar por ella hasta el final de sus días. |
...
Una cruel sonrisa se dibujo en los labios de Luminiere.
Un nudo en la garganta se hizo con Norman Larielle.
Alea iacta est
El Feroz León del Saxofón Negro se le había escapado de las manos.
...
Ahora solo Elodie podría controlarle.
... Hasta el final de sus días
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Ya me estoy preparando para la lapidación publica. Porque no me ha gustado para nada como quedo. D: _________________
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-Espíritu: Excepcional
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·Debilidades Físicas: Golpes contundentes. Daños en las cicatrices. Campos electromagnéticos muy fuertes.
·Armas/Objetos:
-Balmung Ragnarok
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Kirby-Spark
Teniente del CPS
Registrado: 08 Sep 2009 Mensajes: 68 Promedio por Día: 0.03
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Publicado: 08 Jun 2012 3:13 am
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Pues la verdad es que no me ha disgustado tanto como pensaría que lo haría. Es entretenido, serio pero no particularmente gris, y lo del saxofón lo hace bastante original. La verdad es que mola bastante, y se me ha hecho corto, pese a que no lo es. Aunque no entiendo muy bien por qué al Rey le preocupa que Luminiere sea el protector de Elodie.
Las faltas ortográficas (especialmente acentos), sin embargo, empañan lo que sería un gran capítulo. Hay algunos otros detalles, como el uso excesivo de los puntos suspensivos y algunas expresiones (hacérsele un nudo en la garganta) que también contribuyen a que parezca un poco descuidado.
Pero lo que más empaña el capítulo es que, de nuevo te vas a lo overpower. Lo que parece solucionarse con la escena del saxofón se va acrecentando cada vez más hasta volverse el personaje asesino OP de muajajaja. Y ya dijimos que, de eso nanay. D: _________________ PV: 190
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Atk: 33
Fuerza Normal Destreza: Notable Agilidad Excepcional Constitución Mala Resistencia Pésima Carisma Normal Espíritu Notable Sabiduría Normal Raciocinio Normal
Debilidades Físicas: Las enfermedades, los golpes fuertes... Es difícil alcanzarle, pero débil físicamente.
Arma u objeto: Como arma principal tiene una katana que echa chispas. También usa cuchillos, estrellas ninja...
Grupo de Rol: CPS
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Dey
Buscador de tesoros
Registrado: 01 Feb 2009 Mensajes: 208 Promedio por Día: 0.08
NIVEL 21
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Publicado: 08 Jun 2012 8:45 pm
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Tengo la extraña impresión de que todos los comentarios a este fic van a ser un poco autobombo entre nosotros cuatro...
En fin, Lumus. Está muy bien. Me gusta cuando la gente se centra en personajes secundarios. Te has centrado un poco demasiado en TU personaje secundario, diciendo lo guay que es y eso, pero hay algo que quiero ver mucho en este fic: relaciones sociales entre personajes secundarios (En este caso, Sir Luminiere (Ahem ahem nombre) y el rey)
Además, creo que este personaje es bastante probable que empiece un arco argumental. Y eso es awesome. La personalidad se parece un poco a las de tus personajes en CPS, pero te vas alejando paulatinamente. Y eso también es awesome.
En fin, creo que ya deberíamos dejarnos de presentaciones de cosas y empezar un arco. _________________ PV:250 PM: 60 Atq: 43
Fuerza: MALA Destreza: NORMAL Agilidad:NORMAL Constitución: NORMAL
Resistencia: NORMAL Carisma: NOTABLE
Espíritu: PÉSIMO Sabiduría: EXCEPCIONAL
Raciocinio: NOTABLE
Debilidades físicas: Es bajito, y está muy incómodo en lugares calurosos.
Objeto/arma: Una pistola
Grupo: Por libre
Link: http://comandopopstar.foros.ws/t257/dey/
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Bombermans
Subjefe del CPS
Registrado: 20 Jul 2009 Mensajes: 117 Promedio por Día: 0.05
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Publicado: 10 Aug 2012 5:33 pm
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Si Dey ha presentado en su capítulo una gran variedad de personajes y trasfondos políticos, tú has profundizado mucho en el tuyo en dos personajes concretos de gran importancia: el rey y el protector real o capitán de la guardia. El rey, por su parte, había permanecido casi como personaje florero hasta ahora. Ha sido en tu capítulo sobretodo (aunque Dey dejó caer un poco la cuestión de por qué no se dedica él a acoger a los embajadores en vez de dejarselo a la princesa) en el que se ha profundizado en la figura del rey, tanto como figura real como persona a fin de cuentas. Vemos que tiene sus temores sobre dejar a Elodie a cargo del caballero, temiendo tanto porque éste pueda ejercer de algún modo una mala influencia sobre ella, como porque ella pueda abusar de poseer tan 'poderosa pero peligrosa arma de dos filos'.
No podía faltar en un cuento de princesas y reyes la figura del caballero, en este caso, la del caballero oscuro o misterioso. Es particularmente un personaje muy apropiado en el fic, y más aún al acercarse Luminière a lo opuesto de la figura de un caballero ideal. Él es un asesino, alguien que no dudaría en atacar a traición si con eso ganara el combate, alguien que lleva su trabajo hasta las últimas consecuencias. Alguien al que las cuestiones de protocolo, decoro y honorabilidad le importan bien poco. Al igual que a ti, me gustan mucho ese tipo de personajes multifacéticos, especialmente cuando muestran su cara más humana. Luminière podría dar mucho que hablar en el fic, tanto creando tramas como posibilitando la existencia de otras. Él es casi lo opuesto al ideal de caballero, el ideal de Elodie. ¿Qué pasará cuando se entere de lo contrario? ¿Podrá ésta ablandar su corazón, o será Luminière el que endurezca el corazón de ella? Estará en manos de la princesa y solo de ella el tener controlado a Luminière, y él será, como su guardaespaldas personal, su sombra y protector frente a los peligros que asecharán a Elodie. Será una bendición y una maldición, un arma de doble filo, y eso puede dar mucha riqueza al fic, tanto por las múltiples facetas del personaje en sí y cómo interactuará con los otros personajes, como por las tramas que posibilitará su existencia.
El problema no radica tanto en el personaje en sí como en la forma bajo la que lo has presentado, que lo hace parecer demasiado OP, como indicaba más o menos Spark. Tienes que intentar en los próximos capítulos mostrarlo más humano. Viendo cómo ha ido desarrollándose tu otro fic, el del rey asesino, no dudo en que lo lograrás. ^^
PD: Como ya te he dicho, al igual que a ti, me encantan esos personajes. Jijiji, espero que podamos hacer muchas cosas argumentales guays con él. e_e (Y que mostremos su lado humano también). _________________ PV: 160
PM: 40
ATQ: 27
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Debilidades Físicas: Las bombas en general, en especial las bombas de hielo/agua.
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Solo soy un idealista y soñador...
Ultima edición por Bombermans el 20 Oct 2012 6:59 pm; editado 1 vez
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Bombermans
Subjefe del CPS
Registrado: 20 Jul 2009 Mensajes: 117 Promedio por Día: 0.05
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Publicado: 10 Aug 2012 5:34 pm
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¡Ya está aquí el Capítulo V, por fiiiiiiiin! Siento muchísimo haber tardado tanto, pero entre los examenes y el verano, se me pasó el tiempo y aún no lo tenía terminado. Sé que este capítulo ha salido un poco largo, pero son sólo diálogos. Se lee rápido. ¡Lo prometo! >_<
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Capítulo V: Una cuestión de honor
¡Maldición, maldición, maldición! ¡No podía creerlo! Ya imaginaba lo que contarían los emisarios a sus señores. ‘Elodie Larielle Laurentia, la princesa heredera al trono de Valoria, acudió a una importantísima reunión diplomática con unos ropajes altamente inapropiados.’ No sabía qué era peor: si llegar tarde a clase de Conducta Aristocrática, o no haber podido comer ni beber nada en todo el día. Definitivamente, las cosas no me estaban yendo demasiado bien últimamente.
Tragué saliva, y me preparé para recibir el sermón que sin lugar a dudas me iban a proferir. Sin duda, si había dos elementos que pudieran resumir lo más importante de la conducta de un aristócrata, eran los buenos modales y la puntualidad. Y ya había fallado en uno de ellos.
Llamé a la puerta con suavidad. “¿Se puede?” pregunté. “Adelante.” me respondió una voz ligeramente familiar, aunque no supe distinguir en aquel momento de quién era. Entré, cerré la puerta e inmediatamente me disculpé por haber llegado extremadamente tarde.
“Si-siento mucho la demora.” mascullé “Me-me vi obligada a asistir a una reunión importante y…”
“Silencio.” me respondió la instructora, que, como en la otra clase, se encontraba de espaldas a mi, sentada frente a una mesa y escribiendo algo con una elegante pluma rojiza. Llevaba una cofia en la cabeza y vestía de hábito. Un detalle que me hizo recordar a la madre superiora de la Academia. Una mujer de avanzada edad, de estatura media, bastante delgada, corta de vista y afilada de lengua. Una mujer exactamente igual a la que tenía frente a mí.
“Un punto positivo por disculparse inmediatamente. Dos puntos negativos por llegar tarde a clase. Un punto negativo por no avisar con antelación. Acércate, por favor.”
-Oh no…- Mi mente por fin había descubierto a quién me recordaba esa voz, y no fue una sorpresa agradable en absoluto. La hermana Benicia, ‘la Arpía’, como la llamábamos (en secreto, por supuesto) en la Academia. Si estaba aquí, significaba que mi padre la había traído expresamente para mis clases. No podía negar que conocía la materia, pero sus métodos… no eran precisamente cómodos para mí.
Una vez estuve a su lado, se giró para observarme. Aún llevaba esas enormes gafas que a menudo se le empañaban. Negó con la cabeza e hizo el comentario esperado sobre mis vestiduras.
“¿Pero qué ropas son estas, Elodie?” preguntó, con una serenidad imperturbable, casi inesperada. “Aunque eso sí, el peinado es de los mejores que he visto. Obra de D’Sinch, ¿verdad?”
Asentí con la cabeza.
“Hazme un favor, niña.” dijo, y, firmando el papel que había estado escribiendo, lo guardó en un sobre y lo selló. “Ya es muy tarde para empezar las clases, y tengo aún mucho papeleo que organizar. Entrégale esta carta a Zachary McQuoid, y esta otra a Severus Carvas, pero no les digas que te he enviado yo. Ya los has conocido ¿verdad?”
“Esto… a Zachary sí… pero…” No sabía cómo preguntarle aquello sin sonar ruda o políticamente incorrecta, pero no podía contener mi curiosidad. “¿Puedo preguntar por qué?”
“No, no puedes, querida.” contestó ella, con una sonrisa conspiradora. Se levantó de la silla y ajustándose las gafas. “Sería muy descortés.”
Y así, me vi sin desayunar, sin almorzar, sin clase de conducta aristócrata y con no una, sino dos cartas que me moría de ganas de abrir. ¿Qué asuntos tendría Sor Benicia con el consejero real? ¿Y quién diablos era Severus Snape Carvas? Fuera lo que fuera, aquello tendría que esperar. Yo ya sabía a dónde tenía que ir. A las cocinas. Con suerte, no me cruzaría con nadie y…
“¡Ah, Elodie, hija mía!” aclamó una voz a mi espalda.
“Rayos…” murmuré. “¿Sí, padre?” pregunté, pestañeando con la mejor sonrisa forzada que pude mostrar. Mi padre, naturalmente, lo notó, pero, como de costumbre, ignoró el dato, y en lugar de preguntarme qué pasaba, siguió con lo suyo.
“Elodie, hay un par de cosas de las que tengo que informarte.” Avisó. “En primer lugar, a partir de hoy, como aprendiz de reina en funciones que eres tendrás que empezar a atender los asuntos del reino. Y eso implica, además, que tendrás que llevar la indumentaria adecuada a tu condición.”
“No sois el único que ha señalado mis ropajes hoy, Padre. Siento mucho que la vestimenta que llevo no sea uno de mis principales problemas tras la muerte de mi madre.” señalé indignada y ofendida, cruzándome de brazos y mirando hacia un lado.
“No, no me refiero a eso.” replicó. “Desde hoy, llevarás siempre la regalía de la corona de plata, símbolo sagrado de tu poder gubernamental.”
“¿Voy a tener que llevar una pesada corona a todas partes?”
“Ja ja ja, no te preocupes, querida. Tu madre encargó hace tiempo que la fundieran y reforjaran en una diadema especialmente para ti. Considéralo su último regalo.”
Me entregó la diadema plateada. Lo cierto es que era bastante bonita. Llevaba pequeños zafiros engarzados y estaba adornada con dos pequeñas plumas tintadas de un resplandeciente color esmeralda a cada lado. Tenía, por supuesto, el símbolo oficial de la casa real: un animal mitológico extraño, mitad rana, mitad pájaro. Básicamente una rana con plumas. Dejé que Padre me pusiera la diadema, mientras me prometía a mí misma que cambiaría algún día el símbolo de nuestra sangre por algo menos… ridículo.
“Te queda muy bien.” dijo Padre, orgulloso. Le dediqué una sonrisa, esta vez, sincera. “Aún nos quedan varios asuntos que tratar.” continuó. “Hoy, como es costumbre, varias personas han solicitado una audiencia real, y quiero que, al menos esta vez, te encargues tú misma de atenderlos y juzgarlos debidamente. No te preocupes, tus consejeros estarán ahí para ayudarte. Tampoco temas por tu seguridad, he nombrado al nuevo capitán de la guardia tu protector personal”.
Y así, de nuevo mi padre había organizado meticulosamente cada detalle de mi desventurada vida. No podría ir comer nada en absoluto hasta la cena, pues tendría que pasar el resto de la tarde sentada en el trono.
“No ha pasado más de un día y ya y estoy rodeada de una enorme corte a mi servicio, un guardaespaldas y montones de responsabilidades y deberes que cumplir.” expresé con resignación.
“Lo harás bien, hija mía. Ante todo, no dejes que tu corte te manipule, aún si es con la mejor de las intenciones. Tienes mi sangre y la de tu madre, así que sigue tu instinto. Pide consejo cuando lo necesites, escucha las opiniones y la visión de tu corte si así lo deseas, pero no dejes que ellos gobiernen por ti. A veces, es mejor seguir los dictados de tu corazón. Debes encontrar el equilibrio entre cuándo escuchar a tus súbditos y cuándo no. Los consejeros pueden darte una excelente visión del problema con sus respectivas soluciones, pero siempre bajo una visión monocroma de la realidad, bien por lo conveniente, bien por lo formal, bien por lo justo y bien por lo injusto. No siempre hay sólo dos soluciones: a veces, hay una tercera opción. No dejes que el consejo de tus aliados nuble tu propio juicio.”
“Woah.” exclamé. “¿No podríais apuntármelo en un papel?” respondí, atónita.
“No he podido evitar oír su conversación.” Zachary y Deborah se habían tropezado con nosotros en el pasillo. “Si me permiten, sus majestades, expresar mi modesta opinión… me gustaría expresar mi desacuerdo ante su testamento; los consejeros no somos más que la voz objetiva de la razón. No debemos olvidar que la joven princesa aún está formándose, y es aún muy joven como para…”
“Cállate, MacQuoid.” le interrumpió Deborah.
“…Gracias por tu apoyo, Worthing.”
Un tercer individuo comenzó a aplaudir con lentitud, mientras se acercaba. Portaba una armadura negra y brillante como la noche, y una ostentosa capa plateada con el blasón del reino (cómo no, con la figura del sapillo emplumado). Pero lo que más me llamó la atención fue el… saxofón que colgaba de su espalda.
“Un discurso excelente, mi rey.” exclamó. “Cualquiera diría que vais a dejar el futuro del reino en manos de una adolescente. Espero que vuestra hija esté a la altura de las expectativas.”
“Dejaos de socarronería, capitán.” respondió Padre. “Elodie, te presento a tu nuevo protector real, Sir Luminière Lemoine. El caballero negro del Saxofón.”
“También conocido como… ‘Sir Saxofón’.” Continuó el caballero, besando mi mano en gesto de saludo formal. “A partir de hoy, seré vuestros ojos y oídos, princesa.”
Me quedé boquiabierta. ¡Tenía un caballero a mis órdenes! ¡Y sólo me obedecería a mí! Estaba emocionadísima. Me sentía como las princesas de los cuentos de hadas. ¡Era tan romántico! Estuve tan ensimismada en ello que apenas presté atención a lo que Padre dijo después.
“No se separará de ti ni un pelo, y, por desgracia o por fortuna, sólo obedecerá tus órdenes. Es el mejor en su trabajo, pero también es como un león bajo piel de cordero. Vigílalo a él tanto como él te vigilará a ti, y ten sumo cuidado con lo que le ordenas, pues lo llevará hasta las últimas consecuencias sin cuestionarlo. Recuerda mis palabras, Elodie: este hombre es el caballero más fuerte del reino, pero también el más peligroso. Precisamente por eso es el único al que confiaría la vida de mi propia hija...”
“Oh, por favor, para. Me vas a hacer sonrojar, Normand.” comentó Sir Luminière, con una sonrisa burlesca.
“Es la hora, princesa.” anunció Deborah. “Deberéis sentaros en el trono y juzgar los casos pertinentes. Acompañadme, por favor.”
“Qué remedio.” Respondí, deseando que aquello acabara lo antes posible. Inusualmente, aquel día había bastante público en la sala del trono, no solo cortesanos, sino también criados y nobles invitados. Todos para ver la primera aparición oficial de la nueva ‘reina’. Tragué saliva, e intenté ocultar mi nerviosismo y encogimiento al ser el centro de la atención.
El trono de Padre estaba vacío. Yo me encontraba sentada en el lugar que correspondería a mi madre, con Zachary MacQuoid a mi derecha, Deborah Worthing a mi izquierda, y Sir “Saxofón” Luminière a pocos metros de mí, a la izquierda. Detrás de mí tan sólo había una cortina carmesí tras la cual se hallaban unos recios muros de piedra. Delante: toda una corte llena de gente, espectadores y jueces de la primera aparición oficial de la Princesa Elodie Larielle tras la muerte de su madre.
El primer individuo era un aldeano de humildes vestiduras. A juzgar por su hábito, pertenecería a algún monasterio de la ciudad.
“Sa… saludos, mi reina.”
“Princesa. Estáis frente a la princesa heredera al trono de Valoria, campesino. Aún no ha sido coronada.” Corrigió Zachary.
“¡Oh! ¡Ah…! ¡Mil disculpas, su majestad!” dijo el campesino. Hice ademán de que no le diera importancia al asunto. “¿Cuál es vuestro problema, aldeano?” pregunté. Cuanto antes termináramos, antes podría irme a comer.
“Humildemente suplico la ayuda de la corona en la construcción de un santuario en la ciudad. Un único lugar en el que reunir muchos enfermos, colocarlos en camas y poder cuidar de todos a la vez, uniendo los esfuerzos de todos…”
¿Era cierto lo que había oído? ¡Reunir a todos los enfermos en un mismo lugar! ¿No empeoraría eso las cosas? ¿No crearía plagas? ¿No extendería a cada enfermo los males de sus vecinos?
“No estamos interesados.” decreté, de la forma más delicada posible.
El hombre pareció sorprendido. “¿Eh? Pero…” parecía que iba a decir algo, pero bruscamente calló y modestamente aceptó la sentencia. “Está bien, gracias por escuchar la propuesta al menos, su magnanimidad.”
Ambos consejeros se llevaron la mano a la frente y suspiraron. Toda la corte se quedó boquiabierta, como si no se creyeran lo que acababan de presenciar. Pronto me di cuenta de que había cometido un error. No fue difícil notarlo: las risitas de Sir Luminière, los murmullos de los espectadores… Definitivamente, me había equivocado en algo. Miré desconcertada a mis consejeros, quienes me agarraron del brazo y llevaron a un rincón apartado de las miradas y oídos de los demás. Excepto de Sir Luminière, quien, muy a mi pesar, como protector real no se separaba de mí ni un segundo.
“He hecho algo mal, ¿verdad?” me atreví a preguntar,
Los consejeros se miraron entre ellos, cada uno esperando que el otro tomara la palabra en lugar de él. Finalmente, Zachary tomó la palabra, después de recibir un codazo de Deborah.
“Esteeehm… princesa… ¿Puedo preguntar por qué ha denegado la petición de ese pobre infeliz? preguntó el consejero.
“Apuesto a que ha pensado que reunir a todos los enfermos en un mismo sitio propagaría las enfermedades y crearía focos de expansión de las mismas.” sugirió su compañera.
“No creo que la princesa fuera tan lerda como para…”
“Ejem.” interrumpí, tapándome la cara con la mano de la vergüenza.
“…Oh.”
“Te lo dije.” clamó Deborah, con una mirada triunfante.
Con una paciencia sobrehumana, me explicaron que si se ventilaba el edificio adecuadamente no debería haber ningún problema, siempre y cuando los enfermos alojados no tuvieran enfermedades demasiado peligrosas. No habría sido el primer monasterio acondicionado para acoger todo tipo de enfermos y cuidar de los mismos. Afortunadamente, no era demasiado tarde, y ordené que enviaran al monje una cantidad de dinero suficiente para empezar las obras. Aunque eso no serviría de nada para corregir mi fracaso en público…
“El segundo individuo en reclamar es Sigmund Sidmiles, renombrado intelectual, alquimista, mago e inventor de nuestra ciudad.” informó Zachary, de vuelta en la sala del trono.
“Y posiblemente el hombre más excéntrico de todo el reino después de Sir Luminière.” añadió Deborah.
“Ejem…” tosió Sir Luminière, recordándoles que él también estaba allí.
“Peeeeero...” se apresuró a continuar Zachary “…es el mejor en su campo. De veras. Rara vez se equivoca, y cuando lo hace es por una buena razón.”
“Claro, por eso no es culpa suya que tengamos un país dentro de otro país. Habitado por Golems.” disintió Deborah.
“Digamos que esa no fue una de sus mejores ideas.” aceptó el hombre, negando con la cabeza y haciendo ademán con la mano de restarle importancia al asunto. “De todas formas, princesa, humildemente os ruego que escuchéis nuestra opinión antes de dar el veredicto. Especialmente si… desconocéis la materia.”
“Está bien…” respondí, resignada. Lo cierto es que había tomado demasiado a la ligera todo aquello de gobernar. Ordené que aquel hombre entrara y expusiera su caso. Sigmund Sidmiles tenía un aspecto ciertamente excéntrico. Entró en la sala del trono, me entregó un papel con su solicitud escrita a mano (con una letra demasiado femenina como para ser suya) y permaneció todo el tiempo en la sala haciendo cálculos en un diario diminuto. Leí los papeles rápidamente: ‘Blablabla, yo, Sigmund Sidmiles, doctorado en blablabla, en la academia blablabla, blablabla, por la presente, solicito presupuesto para construir una máquina capaz de alterar a nivel atómico las partículas blablabla, temperatura, blablabla, gases, blablabla, presión, blablabla…’
Como no entendí nada, le pasé la hoja a Zachary, y él, después de leerla, a Deborah. Me resumieron la solicitud en palabras menos aparatosas:
“Solicita presupuesto para un nuevo proyecto.” Aclaró Zachary. “Una máquina capaz de enfriar e incluso congelar cualquier objeto en su interior.” siguió Deborah. “En resumidas cuentas, un artilugio que lance conjuros de frío de forma autónoma y continua.” concluyó Zachary.”
“Eh… suena bastante… estooo… innovador. ¿Cuánto dinero solicita?”.
“Uh… Tres mil.”
“Oh. ¿Tres mil monedas?”
“No. Tres mil piedras preciosas.”
“¡¿TRES MIL PIEDRAS PRECIOSAS?!” grité, estupefacta. Sidmiles levantó la mirada de su diario y me miró, alzando una ceja, pero sin decir de nuevo ni una palabra, como preguntándome si había algún problema con que estuviera pidiendo una fortuna en una de las más importantes fuentes de dinero, prestigio y poder de todo el reino. ¡Diablos, hasta yo, que no entiendo de economía, sabía que el precio era desorbitado!
Miré a Deborah con pavor, pidiéndole auxilio. Ella sencillamente se encogió de hombros. Giré la cabeza a la derecha 180º sin cambiar la expresión y miré a Zachary, quien calmadamente asintió.
“Las usa como… catalizadores químicos y mágicos, o algo así.”
“¿Entonces acepto o no?”
Esta vez, fue Zachary el que se encogió de hombros.
“Da lo mismo, en realidad.” respondió Deborah por él. “Si a las pocas semanas se le ocurre una idea mejor devolverá el pago y solicitará otro distinto para poder financiar su nuevo proyecto. Hay años en los que no termina ni uno.”
“¿Pero acepto o no?”
Zachary suspiró. “Aceptad, si os place la idea de una máquina congeladora. Rechazadlo si la idea os parece demasiado extravagante o inútil. Da lo mismo, en realidad.” dijo, repitiendo lo mismo que su compañera.
En otras palabras, que los consejeros pasaban del tema, y preferían que yo me calentara la cabeza. Ciertamente, metería mi cabeza en esa máquina ahora mismo. Me metería yo entera, y cerraría por dentro.
“Vaaaaale.” contesté a Sidmiles, desentendiéndome del tema. “Tendréis vuestros catalizadores. Pero sólo si me demostráis que funciona, Sidmiles. Quiero un modelo provisional más pequeño, y funcional antes de financiar el definitivo.”
“Y aseguraos de no vender los diseños a otros reinos.” añadió Deborah.
Sidmiles no dijo nada. Dio una reverencia y se marchó. Pero la cálida expresión de felicidad en su rostro me bastó para ver que estaba de acuerdo. Al menos, el segundo solicitante había salido contento de allí. No como el primero…
“Muy bien princesa.” me felicitó Zachary, aunque no sé si lo dijo con ironía o verdadera sinceridad. “Me alegro de que esta vez os hayáis parado a preguntar. El siguiente individuo es un noble, que requiere de vuestro buen juicio en un peliagudo asunto de deshonra y honor.”
En cuanto dieron la señal, un hombre de unos veintitantos años entró en la sala, haciendo resonar sus pisadas para denotar su furia y enfado.
“¡Princesa Elodie Larielle!” clamó. “¡Os pido, os EXIJO que hagáis justicia! ¡Ejecutad a esta mujer!”
“Ca… calmaos, buen señor.” solicité, intentando medir mis palabras. “¿Quién sois y qué afrenta os ha acontecido?”
“Sir Cálahar, de la casa de Forrest, una de las más poderosas e influyentes del reino.” Informó Zachary.
“Si bien una de las más problemáticas.” añadió Deborah, ganándose una mirada censuradora de Zachary.
Entonces algo llamó mi atención inmediatamente. Cual sabueso, me eché hacia delante desde el asiento para olfatear. Olor a comida. A delicioso estofado. Cuando los guardas trajeron a aquella mujer, una anciana inofensiva, mi vista confirmó lo que ya me decía el olfato. La dueña llevaba una olla llena de cocido de pollo.
“¡Esta… esta mujer!” clamó el noble. “¡Esta bruja ha intentado matarme! ¡Intentó envenenarme!”
“Mientes.” respondió la anciana. “Yo jamás utilizaría ingredientes en mal estado. Y las hierbas venenosas son demasiado caras. Además dejan mal sabor.”
“¡Calla, vieja estúpida!” gritó Sir Cálahar. “¡Me has deshonrado! ¡¿Cómo se atreve una insignificante campesina como tú a dejarme en ridículo!? ¡En público! ¡A mí, al segundo hijo varón de la casa de Forrest! ¡Tu afrenta, tu insolencia, la pagarás caro!”
“¡Silencio!” ordené, casi sorprendiéndome a mí misma por atreverme a mandar a callar a un hombre noble mucho más mayor que yo. Realmente el estar hambrienta me ponía de mal humor. “¡Sosegaos! ¡Y explicad lo ocurrido! ¡Sin farsas ni disimulo!”
“Dejad que os lo explique yo, Princesa.” propuso la anciana. “Estaba yo tan tranquila en la calle ofreciéndole desinteresadamente mi estofado a los viandantes cuando ese señor de ahí, tras probarlo, me escupió en la cara. ¡Así que en acto legítimo de defensa propia, me vi obligada a devolverle la afrenta e insolencia yo misma y con creces! Así que le lancé un buen chorreón de caldo y…”
“¡¡MIENTES!!” chilló el noble, asustando a toda la corte. “¡¡Para empezar, ni siquiera pude probar el caldo!! ¡Claro que por supuesto, yo me iba a negar! ¡¡Pero entonces me lanzasteis todo el líquido por encima, sobre mis ropas más preciadas, ensuciándome y dejándome en ridículo delante de mis soldados y el populacho!! ¡¡Exijo justicia!!”
“¿Tienes testigos?” preguntó la mujer, con una mueca de satisfacción.
“¡No necesito testigos, anciana insolente! ¡Mi palabra vale más que la vuestra, y eso más que suficiente!”
“¿En serio?” pregunté en voz baja al consejero a mi derecha, Zachary. “¿Puede apelar sin testigos?”
“Ciertamente, señorita.” manifestó. “El testimonio de un noble vale por el de diez hombres libres. Sugeriría que os ahorrarais problemas y accedierais a la solicitud del noble.”
“¿Ejecutarla?”
“No, no hay por qué ser tan radicales. Recordad que, al fin y al cabo, sois vos la que tenéis el poder. Lo que importa no es el castigo en sí, sino el hecho de que sea castigada, como símbolo de restauración del honor de Sir Cálahar. No es más que una anciana… con unos días en los calabozos bastaría como sanción.”
“¿Tú qué crees, Deborah?” pregunté a mi otra consejera.
“McQuoid ya os ha dicho lo que sería políticamente correcto y conveniente.” respondió. “Pero si queréis mi opinión, princesa, os diré que Sir Cálahar es un niño malcriado que está frustrado porque su hermano y no él es el heredero, y que desahoga su sed de poder en los más débiles, pretendiendo que le corten la cabeza a una pobre anciana tan sólo por haberle mojado un poco.”
“¡Worthing, por los dioses!” exclamó Zachary, para luego bajar la voz de nuevo. “No podemos negar que los Forrest carecen de… decencia, ¡pero es importante permanecer profesionales! ¡Lo último que queremos es poner a la nobleza en contra de la princesa! ¿Tienes idea de lo importante frágil que está el reino actualmente?”
“¡¿Qué estáis conspirando?! ¡No hay nada que hablar! ¡¡DEBÉIS salvaguardar mi dignidad y restaurar mi honor condenando a esta mujer!!” clamó Sir Cálahar, impaciente. No podía oír lo que hablábamos, pero podía vernos cuchichear, y aquello le ponía de los nervios.
“Está bien, está bien…” dije, comprendiendo la situación. No me hacía gracia la idea, y de hecho opinaba lo mismo que Deborah, pero tenía que reconocer que Zachary tenía razón. Madre había muerto, por alguna razón Padre se había desentendido de los asuntos políticos del reino, y las relaciones entre Boresh y Toihan estaban en la cuerda floja, casi a punto de estallar. Y si estallaba la guerra, quizá tendríamos que tomar partido. La Corona se encontraba demasiado frágil como para poner a la nobleza en su contra y arriesgarse a una guerra civil.
Suspiré y me desplomé sobre el asiento. Yo apenas acababa de heredar el poder de mi madre, y desde luego no tenía autoridad ni presencia suficiente como para imponerme y desestimar el caso. La balanza de poder no se encontraba inclinada a mi favor. No me gustaba nada lo que iba a hacer, pero tenía que hacerlo. Desde luego no iba a permitir que una pobre anciana muriera por un capricho de aquel noble, pero tampoco podía dejarlo estar. El honor era un asunto verdaderamente importante para la nobleza, tanto como el patrimonio y el poder, y mis consejeros y yo lo sabíamos. Al fin y al cabo, yo también formaba parte de ese círculo...
“Muy bien.” comencé. “El honesto testimonio de Sir Cálahar no difiere mucho del de su agresora. Fuera en respuesta a una provocación o no, los hechos son que atacar a un noble va contra la ley.” Suspiré de nuevo. “Por lo que hemos de condenar dicha afrenta condenándoos a permanecer en los calabozos… Por una semana.”
“¿¡QUE?!” gritó Sir Cálahar, asustándome. “¡¿UNA SEMANA?! ¡¡Debería pasar el RESTO de su vida ahí! ¡¡O mejor aún!! ¡¡Deberíamos cortarle la cabeza y exponerla en la puerta del castillo como castigo ejemplar!!”
Qué desagradable. Desde luego yo no iba a dejar que expusieran una cabeza humana delante de MI castillo, por mucha deshonra que hubiera que subsanar. Negué con la cabeza. “Nuestra disposición es firme.” sentencié. Uf… nunca me acostumbraré al plural mayestático.
“Está bien.” dijo la mujer. “¿Pero le concederíais un último deseo a una pobre mujer anciana como yo?”
“Claro.” Respondí, aburrida, haciendo ademán con la mano de que lo dijera.
“Me gustaría que la joven princesa probara mi guiso… Quiero decir, siempre ha sido mi sueño que alguien de la familia real degustara mi famoso caldo de pollo. Decidme, su majestad, ¿queréis caldo de pollo?”
“¡ME ENCANTARÍA!” respondí de inmediato, echándome hacia delante en el sillón. No había desayunado, no había almorzado, no había merendado, y me moría realmente, pero realmente hambre. Tonta de mí, que no me di cuenta de las intenciones de la trastornada mujer. Toda la corte se dio cuenta. De hecho, no sé si no dijeron nada por temor a contrariar mis órdenes o porque estaban deseando verme empapada de cocido de pollo. Me gustaría decir que en el fondo de todo, mi razón me advertía de que aquella mujer tenía otras intenciones, pero la verdad es que ni se me pasó por la cabeza. Tenía hambre, y ella me estaba ofreciendo un cocido de ave que olía demasiado bien. La mujer comenzó a caminar hacia mí con tranquilidad con el cazo y la olla. Conforme llegaba y ese agradable olor también, mi disimulada expresión de interés se tornaba en una enorme y anhelante sonrisa, al tiempo en que mis ojos brillaban de emoción.
Aunque no reparé en ello (ciertamente, tenía otras cosas en la cabeza), toda la sala quedó en silencio cuando aquella mujer se plantó frente a mí. Pasó el cazo por la olla y me lo ofreció. Lo tomé, y, dejando atrás el protocolo, decoro y demás parafernalia, me lo bebí todo de un sorbo. Estaba templado, y no sé si era el hambre o que de verdad era una obra de arte, pero estaba de muerte. El mejor cocido que jamás hubiera probado nunca.
Estaba yo ya en el cielo, por fin saciando aquel hambre voraz, que no me di cuenta en absoluto de que aquella mujer estaba preparando la olla para echarme todo el caldo encima. Fue entonces cuando, para sorpresa de todos, un caballero de negra armadura pasó su pierna por delante de aquella señora, provocando que se cayera de cara sobre su propia olla de caldo.
Toda la corte, especialmente Sir Cálahar, estalló de risa. Hasta Sir Luminière soltó una corta carcajada. Yo, por mi parte, estaba demasiado pasmada y confusa como para reaccionar. No tengo ni idea de qué cara puse, pero sin duda habría sido digna de ver.
“…” La mujer se quedó ahí, en el suelo, durante unos segundos, con la cara metida hasta el fondo en su propia olla de caldo. Luego, antes de que nos diera tiempo a preocuparnos por su salud, puso una mano en el suelo, luego la otra, y se levantó como si nada. Le ofrecí el pañuelo de Deborah para secarse, pese a sus protestas.
“Me quitaría el sombrero si tuviera uno, mi capitán.” dijo aquella señora a Sir Luminière, mientras se secaba. “Jamás me la habían devuelto así.”
“Pues aún no me habéis visto tocando el saxo.” respondió, orgulloso.
“No me perdería una función de las vuestras si fueran gratuitas, os lo aseguro. Sí… en verdad sois un digno adversario.” Me devolvió el pañuelo y sacó una bota de alcohol de su bolsa. La abrió, la alzó y tras exclamar “¡Un brindis tan grandioso combate!” bebió animadamente de la misma. “¿Queréis?” ofreció a Sir Luminière.
“Nunca digo que no a un trago de buen alco…” Sir Luminière no pudo terminar la frase: fue interrumpido inmediatamente. “¡PUES TOMA CALDO DE POLLO PORTABLE!” espetó la vieja señora, quien inesperadamente presionó con fuerza la bota, haciendo que todo el líquido saliera disparado. Esta vez fue él quien se quedó sin palabras. Le había dejado la cara y el pelo totalmente empapados.
“¡Jijiji!” no pude evitar que se me escapara la risa, aunque la corte se quedó completamente muda de aquel espectáculo. Sir Luminière se puso el casco, bajó la celada y se llevó la mano al cinto. Antes de que sacara su arma, afortunadamente, ya estaba siendo sujetado por sus propios hombres.
“¡SOLTADME! ¡SOLTADME OS DIGO! ¡YO ES QUE LA MATO! ¡LA MATOOO!” gritaba tratando de zafarse de quienes lo sujetaban. Y como era más fuerte que ellos, hizo falta que lo agarraran más de cinco personas.
“Calmaos, calmaos, Sir Luminière. Dejadla marchar.” solicité, divertida. “Habéis sido todo un caballero al ‘salvaguardar mi dignidad’, os lo agradezco de veras.” Dije, reclinando la cabeza en una pequeña reverencia. El caballero negro no respondió, pero se calmó. Tras echar una mirada amenazante a sus hombres, éstos le soltaron de inmediato y se alejaron de él.
“Sir Cálahar.” me giré hacia el noble, mientras apoyaba mi cabeza en mi mano. “¿No os parece que esta pobre señora y mi leal protector han sufrido ya una humillación ciertamente proporcional a la vuestra?” pregunté, burlonamente. “Diría que la cuenta ha sido saldada con creces, ¿no?” Sir Cálahar cruzó los brazos y se mordió el labio. “¡Bah!” contestó, para acto seguido dejar la escena sin siquiera despedirse. Aunque eso sí: el portazo que dio al marcharse resonó por todas las paredes del castillo.
“¡Excelente trabajo, princesa! ¡Eso le enseñará!” exclamó Deborah, felicitándome con una enorme sonrisa y estrechando mi mano una y otra vez, aunque Zachary no parecía compartir su entusiasmo. De hecho, se había llevado una mano a la frente en resignación. “¡Que pase el siguiente!” llamó el consejero.
A continuación, entró una mujer, de cortos cabellos rizados color cerúleo, ataviada con una cota de malla y una sobreveste del mismo color azul. Sobre ésta, una pequeña coraza plateada, con un caballo alado en el blasón. Portaba un estoque al cinto, pero no llevaba escudo alguno. Colgado de su espalda tenía una especie de… ¿violín?
“Lady Arianne Le Noir, de la casa de Zhulret.” se presentó con solemnidad, arrodillándose y bajando la cabeza. “Vengo a presentar mis respetos por la defunción de la reina, y a renovar el vínculo de vasallaje que me une con la Familia Real. A jurar lealtad a la princesa Elodie, futura reina de Valoria, y a mostrarle los secretos de su sangre.”
-Un momento. ¿Lleva cosplay de Miranda en serio un violín en la espalda?- pensé, arqueando una ceja. Fue entonces cuando oí la voz de mi padre, quien de la nada apareció de entre el público, chillándole a la recién llegada.
“¡TÚ! ¡¡TÚUU!!” gritó a la recién llegada, mientras se abría paso ante los espectadores junto con un par de guardias. “¡¿Padre?! ¡¿Cuánto tiempo lleváis ahí?!” increpé, sorprendida. “¿¡Habéis estado espiándome!?” No me contestó. En su lugar se dirigió a aquella mujer y profirió fuertes acusaciones...
“Cómo… ¡¿Cómo te atreves a pisar el suelo de este castillo?! ¡¿Cómo te atreves a presentarte aquí y ahora!? ¿¡Es que no conservas ni una pizca de honor y consideración!?” rugió. Jamás había visto a mi padre tan enfadado. “¡¡Esto es una vergüenza!! ¡¡Fue por tu culpa!! ¡¡Es por ti y tus poderes que mi mujer está muerta ahora!!”
“¡¿Qué?!” exclamé, sin creer lo que había oído.
“Princesa.” se apresuró a explicar. “Soy una Aster, como también lo fue vuestra madre. Y como tal, estoy dispuesta a dar mi vida por proteger el reino. Humildemente os pido que me deis una oportunidad.”
“¡Ya he oído suficiente!” clamó mi padre. “¡Tú y tu familia no habéis sido más que traidores durante más de doscientos años! ¡No dejaré que corrompas a mi hija! ¡Fuera de aquí!”
“Con el debido respeto, señor, tengo entendido que hoy habéis delegado el gobierno a vuestra hija. La decisión no es vuestra, sino la muchacha que está ahora sentada en el trono. La que lleva una bonita diadema de plata. ¿Princesa?”
“…”
Me quedé callada unos momentos, sopesando la situación. ¿Había… había oído bien? ¿Quién… quién demonios era aquella mujer? ¿Era… era la asesina de mamá?
“¿Es eso cierto?” pregunté, con un verdadero gesto de horror en mi rostro. “¿Sois… sois vos la responsable de que mi madre esté muerta?”
La mujer levantó la cabeza y me miró a los ojos. Su expresión permaneció impasible.
“No confirmo ni desmiento los hechos, princesa.” _________________ PV: 160
PM: 40
ATQ: 27
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Carisma Excepcional Espíritu Pésima Sabiduría Notable Raciocinio Notable
Debilidades Físicas: Las bombas en general, en especial las bombas de hielo/agua.
Arma u objeto: Sus bombas. Una charaball que contiene a Pommy, su charabom.
Grupo de Rol: CPS
Link a tu ficha: http://comandopopstar.foros.ws/t384/bombermans/
Solo soy un idealista y soñador...
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Luminary Umbrae
Forjador de un camino propio
Registrado: 04 Apr 2009 Mensajes: 971 Promedio por Día: 0.39
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Publicado: 10 Aug 2012 6:25 pm
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Es un epic win en toda regla, y me alegra bastante, considerando que sera el ultimo fic que lea en Semanas. Así que al menos me iré feliz. =D
Luminiere es dios. Conserva el rollo guay total, y aunque quede en ridículo, mola igual.
La Princesa también. Esta representada como una chica que no sabe manejar el reino, pero lo intenta, y eso esta bien.
Ademas, todos saben que esos dos acabaran liados
El final también molo. Totalmente abierto, para que el siguiente tenga que ingeniárselas. (Pobre Dey, Aj Aj)
Pero mola, mola bastante.
Es que es eso, mola tanto que no tengo mas palabras para decirlo. Y repito, me voy feliz tras haberlo leído.
Así que enhorabuena, Bombz, lo has vuelto a conseguir. Aunque ahora el listón esta tan alto, que nos resultara difícil mantenerlo. Así que te odio. (?) _________________
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-Sabiduría: Normal
-Espíritu: Excepcional
-Raciocinio: Pésimo |
·Debilidades Físicas: Golpes contundentes. Daños en las cicatrices. Campos electromagnéticos muy fuertes.
·Armas/Objetos:
-Balmung Ragnarok
-Cerberus Triduum
·Link a la Ficha: http://comandopopstar.foros.ws/t278/luminary-umbrae/
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Dey
Buscador de tesoros
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Publicado: 11 Aug 2012 1:16 pm
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(Le toca a Spark ahora, Lumus)
¡Tengo un dia libre!
¡Exacto! ¡A eso me referia! Ahora pasan COSAS. Me da igual lo que sea, al fin comienza el argumento.
Cada uno hace una cosa distinta, así que ahora Spark tiene que elegir: ¿Continua donde lo has dejado o sigue con su arqueólogo/científico/cosa (ha pasado tanto tiempo desde que he leido esto que ya no me acuerdo de la mitad de cosas que han pasado), dejándome a mí resolver esta tensión como un cretino?
En fin, me encanta ver como pasa esto de que las cosas creadas por cada... ejem... "escritor" se van uniendo en la misma historia. Ahora hay que dejar de crear personajes y cosas y comenzar a escribir un argumento.
No puedo decirte cosas acerca de tu manera de escribir que no te haya dicho ya, así que solo te diré que sigas así.
Ah, y por cierto, el detalle del hospital es brillante. Seguro que la gente quiere algo de contexto en eso. Que se aguanten.
¡DEY AWAY! _________________ PV:250 PM: 60 Atq: 43
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Resistencia: NORMAL Carisma: NOTABLE
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Debilidades físicas: Es bajito, y está muy incómodo en lugares calurosos.
Objeto/arma: Una pistola
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Kirby-Spark
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Publicado: 24 Aug 2012 12:30 am
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Mucho molar, como dice Dey, empiezan a pasar cosas y eso es güeno. Especial mención a la acción rápida, que lo hace muy divertido, la mezcla de humor en asuntos de política {la parte política me ha recordado a juego de tronos x)}, y como has tejido finas conexiones entre todos los capítulos hechos. Y como siempre, escrito a la perfección. _________________ PV: 190
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Debilidades Físicas: Las enfermedades, los golpes fuertes... Es difícil alcanzarle, pero débil físicamente.
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Kirby-Spark
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Publicado: 20 Oct 2012 4:50 pm
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Capítulo VI: El cocedor de gólems
Quizás uno de los secretos mejor guardados del mundo se halle en Colina de Cuervos, una minúscula meseta a medio camino entre Costanorte y la capital valoriana. Por allí pasó Sev Carvas, al encontrarse, en su ruta de vuelta al castillo, con una cuadrilla de gólems. Pese a que todos poseían el inquietante temple de un hombre de roca, se mostraron amistosos, y no dudaron en compartir anécdotas durante un trecho del viaje. El doctor decidió no dar demasiadas pistas sobre su investigación o su papel en la corte, puesto que no lo consideraba una información de la que desprenderse a la ligera. Los gólems no demostraron la misma prudencia.
- ¿Nosotros? Nos dirigimos a Colina de Cuervos, a visitar al maestre alfarero. Uno de los nuestros tiene ciertos… problemas de salud.- Señaló la carreta que arrastraban por turnos.
Sev trató de levantar la manta que cubría el bulto de la carreta, pero la enorme mano de uno de los gólems se lo impidió.
- Es mejor que no lo hagas –suplicó una voz profunda, ronca y melancólica.
Decidió acompañarles en su periplo. Al fin y al cabo, tampoco tendría que desviarse mucho de su camino, y podría conocer al único alfarero de gólems del continente, una oportunidad nada desdeñable para un erudito como él.
Justo cuando el pasto empezaba a cobrar una tonalidad pajiza, vislumbraron a lo lejos una pequeña aldea a la falda de un triste montículo de tierra. Un montón de puntos negros revoloteaban alrededor de la mesetilla, y, a medida que se acercaban, se hacían más presentes sus graznidos, lo cual disipó toda sombra de duda.
- Una colina… cuervos… Tiene toda la pinta de que ya hemos llegado -, murmuró Carvas, con una risilla. Los gólems no le siguieron la gracia, pero no se ofendió. Dudaba de que un gólem pudiese reírse con la facilidad de un humano.
El de la falda era el típico pueblucho que refugiaba a mercaderes y peregrinos, y, a juzgar por el suelo asfaltado, les había salido bastante a cuenta. Las chozas eran de caña y adobe, circulares, de un tamaño considerable. Ganaban aún más encanto al ponerse el sol, como pudo comprobar Sev, cuando los aldeanos colgaban farolillos por encima de las puertas para iluminar las calles. Lo atravesaron con premura, atrayendo miradas indiscretas, hasta que se adentraron en la oscuridad de un bosquecillo de pinos. Éste fue más complicado de recorrer: el sendero, aunque despejado, apenas podía distinguirse en la negrura; la única referencia con la que contaban eran las luces nocturnas del cielo. Además, se trataba de un tramo ascendente. Carvas dio gracias por no tener que ayudar a los gólems a llevar el carro.
Finalmente, el bosque se abrió, dejando al descubierto un pequeño claro. Una gran cabaña de piedra y teja reposaba en su bello medio, con una gran chimenea que no lograba disuadir a los cuervos de su asedio. Éstos tenían sus nidos construidos en las concavidades angulosas del tejado, como hacen comúnmente las golondrinas, y se paseaban a pie por el suelo como si fueran palomas.
Uno de los gólems dio dos golpecitos a la puerta de madera. No hubo respuesta, pero los rocosos esperaron pacientemente. El visor, a la altura del ombligo de Sev, se abrió al poco rato, descubriendo dos ojos saltones.
- ¿Quién va? –repuso una voz aguda y raspada.
- Soy Sílico de Ciudad Gólem. Uno de nuestros compañeros está enfermo.
El visor se cerró. Pocos segundos después se abrió la puerta. Un anciano menudo les aguardaba al otro lado.
- Vamos, pasad.
La estancia era enorme, mucho más de lo que pudiere parecer desde fuera. En el centro chisporroteaba la chimenea, astutamente colocada a modo de columna. Habían desparramados un montón de útiles de carpintería: un torno, una lija, una sierra, y algunos aparatos de los cuales el profesor no podía imaginar la función. También había una suerte de títeres de metal y barro, de todas formas y expresiones, acumulados en una pared.
El anciano ordenó colocar el carro al lado de una mesa, y levantó la manta.
- Dios santo… -se oyó murmurar al alfarero.
La visión era un tanto grotesca. Pocos habrían dicho que aquel ser perteneciese a la misma especie que los gólems de roca lisa y simetría perfecta que lo habían llevado hasta allí. Aquélla era más bien una bola de piedra con extremidades, cortas y burdamente talladas, por cierto. Su superficie era irregular, con zonas planas y ásperas, y se distinguían clavos y otros injertos metálicos.
Su temblor era casi inapreciable. Sev creyó ver una expresión de reproche en el rostro del anciano.
- Lleva así… -dijo Sílico, pero fue rápidamente interrumpido.
- ¡Ya sé cuánto lleva así! –Contestó el viejo, meneando un martillo.- Ahora, dejadme trabajar. Poneos un poco más lejos. Más.
Se ajustó la máscara metálica y se dispuso a examinar el cuerpo. Entre sus herramientas era frecuente el uso de un pequeño lanzallamas que arrojaba fuego azul, lo que maravilló al profesor.
- Menuda pastuza, señor –murmuraba el alfarero.
Su chepa y su largo bigote blanco le conferían un aspecto excéntrico, como correspondía a todo aquel que guardase un arte única en el mundo. No en vano era el protector de la receta del gólem: tras la órden real de quemar todos los libros que contuvieran la fórmula de la creación de un gólem, inteligente o no, y la prohibición posterior de crearlos, sólo él sabía públicamente en toda Valoria cómo cocer el barro y el hierro para convertirlo en una vida nueva. Antaño, cuando a los alfareros aún se les conocía por magos, éstos eran tan numerosos que las sedes de su gremio se dejaban ver en cada rincón del reino. Entonces la magia aún era un espectáculo con el que maravillar a vecinos y grandes señores, y no un problema político. Los magos empezaron a esfumarse cuando su obra se tornó en problema: la sobrepoblación de golems inteligentes ponía en peligro la estabilidad del reino de Valoria. Hubieron de volverse desconfiados, huraños, y vivir ascéticamente en lugares apartados. Poco a poco, el gremio de magos desapareció, y el contacto entre sus miembros quedó reducido a prácticamente nada en la actualidad.
- ¿Para qué sirve eso? –preguntó Sev, señalando un extraño jarrón del que sobresalía una especie de cuentagotas.
El maestre levantó una de sus cejas hacia el profesor.
- Sirve para analizar la calidad del barro. ¿Quién demonios eres tú?
- ¡Oh, disculpe! Aún no me he presentado –se ajustó las gafas.- Soy el profesor Sev Carvas, doctor e investigador de la corte real de Valoria. Encantado.
Algo dubitativo, el anciano le apretó la mano que Sev le había tendido. Era muy menudo, pero su brazo era fuerte.
- Llámame Orafred. ¿Qué te trae por aquí, profesor Sev Carvas?
- Hacía camino hasta la capital cuando me encontré con este grupo de gólems. Creí que sería interesante acompañarlos y conocer al maestre alfarero. Debe de ser un trabajo apasionante.
Orafred se puso a atornillar algunos clavos medio sueltos.
- Toda moneda tiene su cara y su cruz, muchach…
De repente, el paciente dio un fuerte temblor. Los presentes dieron un paso atrás. El gólem empezó a agitarse violentamente, como si le estuviera dando un infarto. El resto de gólems retrocedieron, asustados, y hasta el alfarero parecía desconcertado, como si fuera la primera vez que presenciase tal escena.
- ¿Qué diantres…? –balbuceó Orafred.
A Carvas se le ocurrió una idea, y dio un paso adelante.
- ¡Eh! ¿¡Qué haces?! –gritó el alfarero.
- ¡No es la primera vez que veo esto! Quizás sea inútil, pero no perdemos nada por probar con medicina tradicional, ¿no?
Ante el silencio de su interlocutor, Carvas continuó con su plan. Se situó frente al cuerpo espasmódico y colocó sus palmas, una encima de la otra, sobre lo que calculaba que sería su pecho. Ejerció una presión rítmica hasta que el gólem se detuvo.
Orafred lo observó con pasmada diligencia.
Una ráfaga de destellos, proveniente de los faros que tenía por ojos, se aceleró hasta convertirse en luz estable. Sus extremidades tiritaron y se movieron arriba y abajo.
El pequeño gólem se irguió. No tenía nariz, y su boca era poco más que una ranura ovalada.
De un brinco bajó al suelo. Era mucho más pequeño de lo que parecía acostado en la carreta; ni siquiera le llegaba al profesor a la cintura, lo que batía el récord impuesto por el alfarero en cuanto a personajes diminutos que Carvas había conocido ese día refería.
Lentamente, miró de un lado a otro. De repente, se puso a corretear para aquí y para allá. Pasó por debajo de las piernas de Carvas y rodeó varias veces a los gólems. Cuando se cansó, buscó un rincón apartado y se quedó allí, encogido. Carvas estaba maravillado; Olafred, no tanto. Se acercó al bebé roca con un destornillador y aflojó un tornillo. Los ojos del gólem parpadearon, y volvió a sumirse en la inconsciencia.
- ¿Qué ocurre, alfarero? –intervino Sílico.
- Quizás no sea buena señal que se haya despertado. De esta manera, al menos. Deberíais dejármelo una noche.
Sílico asintió con cierto recelo. Salieron de la cabaña y se enfrentaron de nuevo al bosque, esta vez mucho más oscuro y tenebroso. Era de agradecer que Orafred se hubiese desprendido de uno de sus candiles para aliviar la vuelta de sus visitantes.
Se alojaron en una posada del pueblo de la falda. Los gólems pidieron al camarero un pastel de barro y una jarra de mercurio para cenar. Carvas, que se conformó con un plato de guisantes y una copa de vino, se asombró al ver que, a medida que descendía el nivel de la jarra, los gólems se tambaleaban más y más y esbozaban sonrisas estúpidas. Entendió que el mercurio debía de tratarse del elixir de la felicidad en la comunidad gólem, y se preocupó al pensar en un gólem de borrachera violenta. En cierto momento, sus compañeros empezaron a derramar vasos y a lanzar obscenos piropos que casi siempre giraban en torno a la “dureza de su material”. Carvas pagó su cuenta y subió a su habitación antes de tener que responder de ellos.
Prendió la vela del escritorio y suspiró profundamente. Era en aquellos momentos de soledad tras duras jornadas donde, entre pergaminos y plumas, Carvas se sentía más relajado y a gusto. Extendió un mapa de viaje y abrió su libro de investigación. Se estaba retrasando; quizás alguien en la corte ya hubiese advertido su curiosamente larga ausencia. Pero no había sido en vano. El profesor volteó varias hojas del libro y se ajustó sus gafas con el anular. La pluma de anurgón seguía allí, verde, brillante, orgullosa. Sev no pudo reprimirse una sonrisa. El gremio científico valoriano enloquecería ante tal hallazgo.
Un repiqueteo rebotó en las paredes de la habitación. Carvas miró hacia la ventana. No vio nada, pero los ruidos continuaron, así que el profesor decidió echarle una ojeada más cercana. Pudo distinguir entonces la silueta de un pájaro cuyo plumaje se confundía con la noche. Dio unos golpes al cristal con el fin de espantarlo. El cuervo no se movió. Lo miró unos instantes y volvió a repiquetear. El profesor lo observó con más atención. ¿Podía ser uno de los cuervos del alfarero?
Abrió la ventana y el pájaro revoloteó hasta su hombro. Soltó un graznido que bien podría confundirse con algún sonido humano. Tal y como sospechaba, llevaba atado un pequeño mensaje a la pata.
“Al prof. Sev Carvas, doctor e investigador de la corte real de Valoria:
Ven a mi choza. Tengo que enseñarte algo.
Orafred.”
Tan rápido como Carvas arrugó el mensaje, el cuervo se despidió con un fuerte aleteo. Recuperó el candil y se puso en camino. Al parecer, aquella noche no podría darse un merecido descanso.
- ¿Cómo ha sabido encontrarme tu cuervo? –preguntó el profesor tras abrir la puerta, que había encontrado abierta.
Orafred estaba de espaldas, frente a su mesa de trabajo. Había varias lámparas de aceite frente a él; si no hubiese sido por el movimiento constante de sus brazos, hubiera dado la sensación de que se encontraba delante de una hoguera.
- Siempre hay ojos que te siguen cuando menos te lo piensas –murmuró, tras unos instantes.
Le hizo una señal con una mano. Carvas se aproximó. Encima de la mesa de trabajo estaba el cuerpo del bebé gólem, inerte, abierto de par en par. Y en su interior, un objeto pequeño, viscoso y escarlata se contraía y expandía rítmicamente.
- ¿Esto es…?
- Hay muchas cosas que no se saben de los gólems-, le interrumpió Orafred. Carvas se mantuvo en silencio.- ¿Cómo va a considerarse vida a alguien que no puede tener hijos? ¿A alguien que tiene que comprárselos a otro?
- Es un corazón.- A Carvas le inquietaba el órgano. No era tan grande como un corazón de humano, pero tampoco parecía un corazón de animal doméstico.
- Han hecho cosas reprochables. Quieren ser como nosotros, quieren estar vivos, pero a veces creen que lo conseguirán robando nuestras vidas –el alfarero parecía absorto en el cuerpo abierto del gólem.
- Maestre alfarero, ¿qué significa todo esto? –dijo Carvas, con un sudor frío.
- Escúchame bien.- Orafred se giró hacia él. Parecía nervioso.- Yo nunca fabriqué este gólem. Mi padre fabricó a Sílico, y yo fabriqué a sus acompañantes. No he conocido a nadie más que pueda hacer nacer a un gólem, pero mi padre está muerto y a esta criatura no la he hecho yo. ¿Me entiendes?
Carvas perdió el aliento unos segundos.
- Este gólem… Es obra de ellos, ¿verdad?
Orafred asintió.
- No sabes lo que se cuece en su pequeña ciudad. No paran de hacer experimentos; quieren ser capaces de crearse a ellos mismos. Creen que la clave de la vida es la sangre, y por eso la roban.- Se sentó. -Pero no hay sangre en la receta del gólem, sólo barro, metal e ingenio. No se han dado cuenta todavía. Parecen más aferrados a la brujería antigua que a la tecnología.
Entonces Carvas se dio cuenta, y lo consumió el horror.
- Es un corazón de niño.
Hubo unos momentos de silencio.
- Un motor no se cura bombeándolo –rio tristemente Orafred.- Sí, es un corazón de niño. Había visto algún corazón de cerdo o de cabra, pero es la primera vez que veo algo tan atroz.
El profesor tragó saliva. Su interlocutor empezó a tapar de nuevo el corazón con la carne pétrea de su paciente.
- Antes del amanecer, este gólem morirá –reveló el alfarero.
- ¿Cómo dices?
- Eso es lo que les diré a los que lo han traído. En realidad estará contigo, Carvas. Llévatelo adonde pueda estar a salvo-, le dijo, mientras hacía girar algunas tuercas.
- Pero… yo…
- Aún es pequeño y no pesa demasiado. Puedes llevarlo a tu espalda-, comentó, colocando al bebé en una especie de mochila.- Sé que contigo estará bien, Sev Carvas.
El profesor mantuvo silencio. Al fin y al cabo, el alfarero tenía razón. Los gólems no podían tutelar a tal engendro, o el crimen se repetiría más veces.
- Está bien-, aceptó, cargándose el paquete. Notó un relajante zarandeo en la columna.
- Ahora duerme. Cuando se despierte, podrá ir a pie.- Le explicó el alfarero.
Carvas estrechó la mano a Orafred, se hizo con el candil y se aproximó a la puerta. A medida que caminaba, el suelo parecía más frío, y los títeres, más vivos y siniestros, como si hubiesen sido alimentados de secretos.
- Una cosa más –dijo el alfarero.- Recuerda que tutelas al único gólem del mundo capaz de sentir.-Entrecerró los ojos.- Al fin y al cabo, tiene el corazón de un niño.
Sev asintió y salió de la choza, cerrando la puerta tras de sí. Ante él, las majestuosas praderas que conducían a la capital parecían no tener límites. La brisa era fresca y húmeda, y la hierba le mojaba los pies. Una tímida línea de luz empezaba a asomarse por el horizonte.
Carvas aspiró fuerte y se puso en marcha. Los cuervos habían dejado de graznar. _________________ PV: 190
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Bombermans
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Publicado: 20 Oct 2012 6:13 pm
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AH, ME HA ENCANTADO ESTE CAPÍTULO.
Ahora sí, Spark, has conseguido ir mejorando la fluidez de tu narración en el fic para que parezca menos una novela y más un fic-cuento, que era lo que pretendíamos, sin necesariamente tener que cambiar los argumentos que quieras contar. Tu capítulo uno de los escenarios politicos establecidos por Dey: el de la ciudad-estado de gólems dentro de Valoria, y lo amplia y profundiza enormemente, sembrando las semilals de numerosas tramas: los problemas políticos que implican la violación de la prohibición de crear gólems por parte de la ciudad de gólems, los problemas éticos que suponen que además hayan sido creados con un corazón humano, los problemas que ha tenido el gremio de magos con el gobierno, provocándoles que se dispersen por ahí y que no haya gremio en Valoria... EPIC.
El estilo está guay, el capítulo está guay, el flujo de la historia está bien y no es demasiado novelesco como te pasó con el capítulo anterior y además, ha presentado problemas y semillas para posteriores capítulos. (¡Y el Golem que Dey quería que Zachary tuviera! XDDDD).
Está bien que presentes los capítulos de Carvas como un viaje, pero a ver si llega algún día al castillo, LOL, que de momento como autor vas casi (y digo casi, porque inteligentemente has tomado elementos del cap de Dey para hacer el tuyo <3) independiente de nosotros. XD _________________ PV: 160
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Carisma Excepcional Espíritu Pésima Sabiduría Notable Raciocinio Notable
Debilidades Físicas: Las bombas en general, en especial las bombas de hielo/agua.
Arma u objeto: Sus bombas. Una charaball que contiene a Pommy, su charabom.
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Solo soy un idealista y soñador...
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Dey
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Publicado: 03 Nov 2012 11:45 pm
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En fin... Terminé el siguiente capítulo. A mí me parece mediocre, pero allá va:
Capítulo VII: El anochecer del primer día.
A través de las ventanas del gran salón del trono ya se veía el color anaranjado del atardecer. Y nadie decía nada. Eso era lo peor de la situación. Ni la Princesa, ni el Rey, ni la mujer con el pelo azul, ni los consejeros, ni los guardias, ni los campesinos, ni los burgueses, ni los nobles, ni los sirvientes, ni siquiera la señora con el caldo de pollo, que por alguna razón aún seguía en la habitación, dejando un olor exquisito; pero no el caballero negro, pues estaba fuera de la sala, lavándose la cara; dijo absolutamente ninguna palabra. Y eso era raro viniendo de la señora con el caldo de pollo.
Finalmente Lady Arianne LeNoir, la Aster de la casa de los Zhulret tomó la palabra:
“Fijaos en vos. El Rey de Valoria, haciendo una escena delante del populacho como el Forrest que acaba de salir por la puerta. Y en este momento tenéis exactamente el mismo poder que él: casi nulo.”
El silencio incómodo continuó durante un par de minutos. Todo el mundo miraba a la Princesa, pues era ella la que tomaba la decisión final. La Princesa, mientras la miraban, no intentaba reprimir su expresión horrorizada. Casi estaba a punto de echarse a llorar. No podía negarse a nada que le propusiera su padre, pero por otra parte tampoco tenía suficiente información como para formar una decisión. No sabía qué hacer.
Completamente desesperada, Elodie se giró a los dos consejeros. Ninguno dijo una palabra. Temían lo que pudiera pasar si daban su opinión. Por una parte no podían estar en contra del rey, pues en ese preciso instante estaba en un estado bastante inestable, por decirlo suavemente. Tampoco podían condenar a la visitante automáticamente, no sabían quién era, y podían ganarse el odio del pueblo si lo fastidiaban todo. Realmente, se estaban protegiendo.
“Yo… digo Nosotros… elegimos que…” En este momento todos los personajes en la habitación tensaron sus músculos, mucho o poco. Excepto los de las últimas filas en la muchedumbre. Los pobres no oían ni veían nada de nada. Había hasta un tío que gritaba “¡¿QUÉ PASA?! ¡¿QUÉ PASAAAA?!”, arruinando toda la solemnidad del momento. Pero me estoy desviando del tema.
“Elegimos que…” Y entonces algo se rompió, metafóricamente.
El público que había asistido a la primera aparición pública de la Princesa vio cómo esta se levantó bruscamente del trono, que por cierto era muy incómodo para ser tan absurdamente caro. Y entonces salió muy deprisa de la habitación, sin correr pero andando muy deprisa.
Y la sala se quedó en silencio otra vez (aunque aún seguía oyéndose al tipo que gritaba por las últimas filas). Actuando como si ya hubiera ganado, la mujer del pelo azul le hizo un comentario, que nadie quiso oír porque estaban todos un poco alterados, excepto el Rey. El Rey estaba a punto de estallar y ejecutarla él mismo, delante de todos, en esa misma sala. No hizo nada, simplemente fue la segunda persona en salir de la sala. Los soldados que trajo con él fueron los próximos. Arruinaron completamente su formación y dos hasta se tropezaron entre ellos.
Al otro lado de la puerta a la sala del trono, Elodie estaba apoyada en una pared. No estaba llorando, ni siquiera había cambiado su expresión. No iba a hacer nada de eso delante de nadie que pudiera verle. Solamente estaba contemplando la situación. Había huido de la sala y todo el mundo lo comentaría por los alrededores. Pero, ¿qué podía hacer? Podría haber decidido que el asunto se tratase más adelante, cuando se hubiera enterado de la situación; pero ya era demasiado tarde, el ridículo ya estaba hecho. Luminière seguía sin estar ahí. No tardó mucho en aparecer. Se acababa de lavar la cara y aún la tenía mojada {Al parecer no existen las toallas en este Universo}. No había cambiado su expresión aburrida, a pesar de que no sabía por qué demonios no estaba la Princesa dentro de la sala del trono. ¿Podía haber pasado algo en el breve rato que estuvo lavándose la cara? Echó un vistazo a través de la ranura de la puerta y entonces vio a Arianne.
Observó su sonrisa prepotente mientras esta se iba también de la sala y le puso enfermo. Cerró la puerta y se fue por el pasillo por el que había venido. Estaba ignorando completamente tanto a Elodie como el papel que lo unía a ella. Quién sabe a dónde se dirigía {Lumus lo sabe}. Poco tiempo después, el caballero negro había desaparecido.
Se oían aún voces al otro lado de la puerta. Los dos consejeros estaban recibiendo a los ciudadanos ellos mismos. ¿Estaban tomando las decisiones por ella? No, no lo estaban haciendo, simplemente anotaban lo que pedían. Para contárselo luego a ella, seguramente. El hecho de que tuvieran un procedimiento para esa situación asustó un poco a Elodie.
Al fin ya había anochecido. Dios mío, parecía que aquél día hubiera tardado cinco meses. Toda la muchedumbre se dispersó, con cotilleos para contar a sus familias.
Se despidió de los dos consejeros que se fueron con una reverencia y ambos casi se tropiezan con dos alfombras distintas de dos pasillos distintos. Antes de hacerlo, la felicitaron por las decisiones tomadas en aquella sesión (se notaba desde la Luna que era mentira) y le dieron una lista con los asuntos que se habían tratado mientras ella estaba ausente: unos pedían dinero para restaurar un teatro en el centro de la ciudad (Deborah había subrayado esto dos veces, por alguna razón), otros pedían dinero para una expedición al continente del Sur. Todos pedían dinero, todos.
Mientras se iban se dio cuenta de dos cosas: la primera fue que AÚN llevaba la ropa informal de aquella mañana. Nada de lo que preocuparse, aún era lo más lujoso que había visto en la sala del trono aquél día, excepto quizás la armadura del caballero negro.
La segunda cosa de la que se dio cuenta era esta: aún tenía sendas cartas.
…Vaya.
La Princesa, la futura gobernadora de Valoria, la cara del reino comenzó a correr como una loca intentando alcanzar al consejero que se acababa de marchar. Y AHORA era el momento en el que agradecía no haberse puesto uno de esos pesados vestidos de gala. Daba una imagen completamente ridícula. Los criados y los guardias de ese pasillo vieron una princesa con una cara asustada y estresada corriendo con una carta en la mano. No se me da muy bien describir cosas, así que solo diré que la expresión que pusieron los criados y guardias era algo bastante divertido de ver.
Afortunadamente consiguió alcanzar a Zachary y terminar con la absurda escena de una vez por todas. Éste estaba a punto de soltar una carcajada, pero se detuvo a tiempo.
“Me dijeron esta mañana que le entregase esta carta.”
“Ah, muchas gracias.” Cogió el sobre e hizo una reverencia. Estaban muy cerca, así que casi le da un cabezazo a la Princesa. “¿De parte de quién, si puede saberse?”
“De la Arp-“ …Doble vaya… “De parte de la hermana Benicia.” Nadie se dio cuenta de lo que había estado a punto de decir, por fortuna.
“Bien. Pues la próxima vez que la veáis, decidle que ya he recibido su carta. Muchas gracias, Su Alteza.”
“Ah, y otra cosa, antes de que desaparezcas otra vez.”
“¿Quieres preguntarme dónde está Luminière? Porque no tengo ni idea, se supone que debería estar con vos.”
“…No, no quiero preguntar eso.” Aunque ahora que era mencionado, ¿dónde demonios estaba ese tipo? “Quiero preguntar sobre otra persona a la que le tengo que entregar una carta.”
“¿Y quién es?”
“Severus Carvas.”
“¡¿SEVERUS CARVAS?!” Había gritado tanto que Elodie casi se cae del susto. “…Pues la verdad es que no se quién es.”
“…”
“…”
“…”
“…Pero si está o estaba bajo el mando de vuestra madre, deberíais consultarlo con Worthing. Ella es la encargada de la administración de personal. Yo soy el contable.”
“Oh.” Elodie medio agradeció ese detalle que quizás deberían haberle contado justo al presentarse. “Entonces nada. Hasta luego.”
“Hasta mañana, Su Alteza” Y Zachary MacQuoid se fue yendo hacia su casa.
Desde luego, ese día tenía que terminar ya de una vez por todas. Desde que se había levantado, todo le había estado yendo mal. ¡Y eso es lo que tendría que hacer durante años! No iba a desear no ser Princesa, porque la enorme cantidad de cosas buenas sobrepasan, inconmensurablemente, a las malas. Pero era cierto que vivía infinitamente mejor no teniendo más responsabilidad que ir a la academia. ¡Y el caballero del saxofón seguía sin venir!
En fin, ya había llegado al despacho de Deborah Worthing. Llamó a la puerta muy suavemente y la puerta se abrió por si sola.
El despacho de Deborah estaba hasta el techo de archivadores y plantas. Hacía un perfume a flores espantosamente fuerte. Casi no se podía ni respirar. Deborah estaba detrás de su escritorio, guardando ficheros y papeles en una bolsa. Había un… ¿Disfraz?...Colgado de una de las paredes de los archivadores.
“… ¿Hola?” Dijo Elodie, inclinándose un poco. No quería interrumpirla si estaba haciendo algo importante. Aunque la verdad es que podía hacerlo perfectamente, al fin y al cabo ahora ella tenía que seguir sus órdenes.
Deborah pareció sorprenderse una pizca, dejó la bolsa en una silla y un par de papeles se cayeron al suelo. Era un guion para una obra de teatro. Deborah rápidamente se agachó, cogió los papeles y los volvió a meter en la bolsa. Y se volvió a agachar para hacerle una reverencia a Elodie.
“¡Saludos! ¿Qué os trae a vos por aquí?” Y volvió a reverenciar, en caso de que no hubiera quedado claro.
“Quería consultarle si conoce el nombre de Severus Carvas.”
“¡¿SEVERUS CARVAS?!” Otra vez Elodie casi se cae del susto. “…No lo conozco. No trabaja para la Corona.”
“…”
“…”
“… ¿No debería consultarlo antes de hacer esa afirmación?” Dijo Elodie, señalando muy claramente a las torres de ficheros que había por toda la habitación.
“No lo necesito. Conozco a todos los empleados de Su Majestad. ¿Habéis visto al guardia que está fuera de esta habitación? ¿El que tiene una verruga en la ceja?”
“Por supuesto que no.” Elodie oyó un pequeño sollozo al otro lado de la puerta. “¿Por qué lo dice?”
“Su nombre es Julius Watts. Su familia viene de Elong. De Brahms, concretamente. Tiene 27 años, lleva bastante tiempo en el cuerpo de guardias. La semana pasada fue el cumpleaños de su hermano pequeño: Victor Watts, de 22. Le envió una daga decorativa que no se de dónde sacó, porque no recibe suficiente paga como para permitírsela. Seguramente le pidió dinero a esa chica de las cocinas de la que está secretamente enamorado, Ágata. Y no deberíais haber dicho ‘Por supuesto que no’, tiene problemas de autoestima.”
“…Oh…” Triple vaya
“Conozco a todos los que trabajan o han trabajado para el gobierno de Valoria. Y puedo deciros que Severus Carvas no lo hace.”
“De todas formas, me gustaría buscar en los archivos.”
“Sois libres de hacerlo, Su Majestad. La C está en ese cajón de allí.” Y señaló uno de los incontables que había en esa habitación. A Elodie le costó veinte segundos poder abrirlo.
Cardinal, Carette, Cariou, Carlier, Caron, Carpentier… Carvas. Había un fichero. Pero solo ponía ‘Carvas’. No había ni nombre ni año. Podría ser perfectamente una casualidad.
“Me llevaré este fichero, si no le importa.” Dijo Elodie a Deborah.
“Podéis hacer lo que queráis.” Contestó ella. “Sois la futura Reina.”
“Lo… que quiera… Cierto.”
La Princesa se despidió de la consejera y salió de su despacho. También se despidió de ‘Julius Watts’, aunque al hacerlo, el guardia que estaba a su lado soltó otro pequeño sollozo. Tenía una verruga en la ceja.
Ya era la hora de cenar. AL FIN. No solo tendría la oportunidad de comer algo sólido desde hacía muchas horas, sino que además podría ver a Padre fuera de un ambiente público. Tenía que hablar de algo muy serio con él.
Pero no apareció. Cuando llegó al comedor principal, lo único que había eran guardias, mobiliario y un plato de riquísima codorniz asada sobre la mesa. Ni rastro de Padre. Y, de hecho, tampoco había ni rastro de Luminière. ¿No se suponía que era su protector? ¿Qué pasaría si uno de esos guardias era un asesino?
Se le hizo muy incómodo cenar. Ya había comido muchísimas veces delante de los ojos de los guardias, pero todas esas otras veces, comía con alguien más. No estaban todos esos ojos mirándole exclusivamente a ella. Ni siquiera Padre apareció. Lo único que se le ocurría que pudiera pasarle era que estuviera evitando la conversación. No le resentía nada por ello.
Cuando hubo acabado de cenar, fue directamente a su habitación. Aún no sabía qué había sido del Caballero de la Negra Armadura. Dentro de la habitación había varios objetos nuevos: Un libro enorme encima de su mesa (dudaba que un ser humano fuera capaz de llevar ese libro por sí solo), una caja con joyas, un cuadro y un paquete de dulces medio deshechos ya. Faltaba un objeto feúcho… Y no se refería a Luminière, esta vez.
Dejó la ficha de ‘Carvas’ encima del libro encima de la mesa. Ya la leería más tarde. Sacó también la carta para ese tal Severus, pero antes de lanzarla hacia la mesa, se fijó en una cosa:
Era exactamente igual al sobre que le había dado a Zachary.
Literalmente, hasta el sello estaba casi en la misma posición. ¿Y si se había confundido y le había dado a Zachary el sobre equivocado? ¿Y si no? Dios mio, esto le podía costar la nota con la Arpía. Tenía que comprobar que había entregado la carta correcta a la persona correcta. Y la única forma de hacerlo era… abrir el sobre.
Elodie rompió el sello con mucha prisa y sacó el papel que contenía el sobre. El texto escrito en el papel era totalmente interesante. Aún si fuera porque no entendía una palabra de lo que decía.
Todo el texto estaba escrito en una lengua extraña. No sabía si esa carta era para Severus Carvas o para Zachary MacQuoid, pero desde luego el destinatario tendría que saber mucho de lenguas, porque ni siquiera podía reconocer en qué estaba escrito ese texto.
En fin, una preocupación más que tenía que añadir al carro. Cada vez que salía una, parecía menor en comparación con las demás. Ahora lo único que le faltaba por hacer era ponerse a dormir de una maldita vez. Tiró el sobre encima de la mesa y se acostó.
La verdad es que esperaba no tener que despertarse.
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Se me da fatal narrar sentimientos, lo siento. ¿Y no os da la sensación de que estamos apilando demasiados eventos ya? A mí me lo parece _________________ PV:250 PM: 60 Atq: 43
Fuerza: MALA Destreza: NORMAL Agilidad:NORMAL Constitución: NORMAL
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Raciocinio: NOTABLE
Debilidades físicas: Es bajito, y está muy incómodo en lugares calurosos.
Objeto/arma: Una pistola
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Bombermans
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Publicado: 04 Nov 2012 12:30 am
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Dios, Dey. ¿Y decías que este capítulo iba a ser una caca? PUES PARA NADA.
Me he reído mucho a lo largo del capítulo. Si hay algo que se te da bien, además de crear el mundo y desarrollar y amplificar los contenidos, es soltar pequeñas dosis de humor continuas. Me recordó en cierto modo a Salazar, donde intento también añadir pequeñas dosis de humor continuadas. En Princesa no lo he conseguido aún. A ti por el contrario te sale tan natural E_E
En primer lugar, creo que has encontrado un estilo propio y eso está muy bien. Me gusta que en tus capítulos el narrador sea un personaje en sí mismo, que no sea omnipotente ni omnisapiente. En los capítulos de Luminary y Spark probablemente no pegaría un narrador tan informal o cercano, pero en los tuyos es, diría yo, justo el ingrediente que hacía falta.
Además, me ha llegado al corazón el cómo controlas a Elodie. Has entendido al personaje perfectamente, la conoces tanto como yo, y tus capítulos se sienten auténticos. Comentarios como el que Elodie no desearía no ser princesa porque las ventajas superan las desventajas es justo el punto de vista que quería inculcar a Elodie. Ella no es una princesa que reniege de ser princesa. Es una princesa que se esfuerza en ser princesa, y eso lo has comprendido y calado perfectamente.
Queda genial porque mis capítulos son de Elodie bajo su punto de vista y los tuyos son bajo el punto de vista del narrador. Se complementan como la seda, y ello enriquece el fic en sobremanera. Como he dicho ya, tu gran virtud es que desarrollas el mundo y los argumentos, te centras en los detalles y las tramas, hilándolas y presentando nuevos hilos.
En resumen, que me he puesto poético y rimbombante: Gran capítulo, gran humor, gran desarrollo argumental. El contenido está genial, lo único que veo que falle es la forma. Algunos comentarios en {} creo que sobran, y algunas veces siento como si se rompiera la cuarta pared innecesariamente. Pero por lo demás, genial. E_E _________________ PV: 160
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Solo soy un idealista y soñador...
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Kirby-Spark
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Publicado: 04 Nov 2012 2:08 am
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Dey, eres un maldito genio.
En cuanto a tu comentario final, la verdad es que sí, estamos metiendo intrigas en cada capítulo pero no desarrollando o resolviendo ninguna. Quizás sea hora de dejar de abrir caminos y de caminar los que ya tenemos. _________________ PV: 190
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Fuerza Normal Destreza: Notable Agilidad Excepcional Constitución Mala Resistencia Pésima Carisma Normal Espíritu Notable Sabiduría Normal Raciocinio Normal
Debilidades Físicas: Las enfermedades, los golpes fuertes... Es difícil alcanzarle, pero débil físicamente.
Arma u objeto: Como arma principal tiene una katana que echa chispas. También usa cuchillos, estrellas ninja...
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